CANCIîN DEL PIRATA

ÁBusquen al mejor doctor!
ÁUn ingeniero ingenioso!
ÁSe nos va el mundo precioso!
ÁSe muere el mundo!: ÁQuŽ horror!

ƒrase una vez un mundo
que empezaba a agonizar,
pidieron que los doctores
buscaran su enfermedad.

-ÁLos pecados capitales!-
dicen sacerdotes-: Gula,
ira, soberbia, avaricia,
pereza, envidia, lujuria.

Dijo el maestro: -ÁIncultura,
pobreza y enfermedad,
la soledad, la tristeza,
desesperaci—n, locura!

Los pol’ticos parecen
aquel baile de la ÒYencaÓ:
Los de derechas, la izquierda,
la izquierda que la derecha.

Los expertos financieros
cuentan que es por la inflaci—n,
por las pŽrdidas en bolsa,
por el ÒPiBÓ y por el ÒPOBÒ.

Ecologistas afirman
que es la contaminaci—n,
el efecto invernadero
y el de globalizaci—n.

Jud’os que musulmanes,
musulmanes que jud’os.
Gandhi y la Madre Teresa:
la injusticia y la pobreza.

Mi abuelo me cont— un cuento
que hoy quisiera recordar.
dijo que identificaba,
del mundo su enfermedad.

En una isla lejana,
viv’an s—lo diez familias,
eran todos muy felices
y, a veces, com’an perdices.

Un d’a lleg— un pirata
en un gran barco de vela,
y en la isla pas— un tiempo,
comenzando all’ el problema.

A los nativos cont—
que sab’a una manera
de vivir mucho mejor
utilizando monedas.

Por ello, a cada familia
diez monedas les prest—,
a cambio de sus caba–as
que en prenda les exigi—.

S—lo les pidi— el pirata
que una m‡s le devolvieran,
cuando se cumpliera un a–o,
desde que Žl se despidiera.

Cien monedas en la isla,
diez para cada familia,
comenzaron a jugar
cuando el pirata part’a.

ÁEs imposible juntar
once por cada familia!
comenzaron las discordias
Clamaban: ÁMisericordia!

Al cumplir los doce meses
volvi— a la isla el pirata.
Algunos lo consiguieron,
otros perdieron sus casas.

Y as’ comenz— en el mundo
su fatal enfermedad,
lea usted hoy las noticias
y detŽngase a pensar.

ÀNo es por falta de dinero
casi todo lo que ocurre?
ÀNo es absurdo este sistema
de paradojas que aburren?

ÁSe buscan doctos doctores,
ingenieros ingeniosos,
para curar este mundo
de su mal tan doloroso!
ÀQuŽ es el dinero?

Nos cuentan economistas
que es unidad de medida,
y yo que de esto no entiendo,
pregunto muy confundida.

Los cient’ficos explican
como unidad de medida
la que con valor constante
escasa no puede ser.

Como ejemplo aqu’ pongamos
al Òcent’metroÓ, se–ores,
que una vez determinado,
de uno puede haber millones.

Ser’a absurdo pensar:
que un maestro carpintero,
disponiendo de madera,
no pueda hacer una mesa,
porque cent’metros faltan.

Pues eso es lo que nos pasa,
que hay maestros y doctores
que no pueden trabajar,
y aunque los necesitemos,
no se les puede pagar.

Abundan profesionales,
materia prima, alimentos,
y cada vez m‡s hambruna,
m‡s miseria y sufrimiento.

Si es unidad de medida
Àpor quŽ se compra y se vende?
ÀPuede un metro hoy medir siete
y en un a–o diecisiete?

Dicen los economistas
que, como el oro y la plata,
el dinero es bien escaso,
como el petr—leo o el agua.

Yo no entiendo estos conceptos
del lenguaje financiero:
Si es Òunidad de medidaÓ
ÀC—mo es que es un Òbien escasoÒ?
Lo del Òprecio del dineroÓ
no lo entiendo ÁSoy un caso!

ÀTan necios somos los hombres
que algo tan artificial,
de valor convencional,
si nos causa un gran problema
no podamos solventar?

Y el tercer mundo produce:
produciendo, produciendo,
y el primer mundo comprando:
consumiendo, consumiendo.

Porque las reglas del juego,
cambiaron nuestros criterios
y empresas y decisiones,
se hacen pensando en dinero.

Acabamos con la tierra,
con los r’os con el mar,
con el cielo, con la vida:
Piratas: ÁParad, pensad!

De grande y alto post’n,
Àd—nde vivir‡n tus nietos?
Si destruimos la tierra,
poco valdr‡ tu bot’n.

Se buscan doctos doctores,
ingenieros de sistemas
(porque Žste no nos funciona),
cerebros con corazones.

Es hora que alguien se atreva,
a decir bien alto y claro
que el emperador desnudo,
no lleva capa ni sayo.

Seguir’a habiendo accidentes,
enfermedad, desamor,
pero mi abuelo dec’a:
que el mundo ser’a mejor.

Autora: Emilia Garc’a Serna. Todos los derechos reservados.